La salud física y emocional de nuestros hijos.
- mmichans
- 16 jun 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 17 jun 2020

Gracias a un montón de magníficos profesionales, sus consejos, instrucciones y tratamientos, las mamás y los papás sabemos este tipo de cosas y muchas otras. Sabemos qué alimentos son saludables o, por ejemplo, cuales evitar justo antes de ir a dormir si queremos descansar toda la familia. Además, con paciencia, vamos aprendiendo cada día a cuidar mejor de la salud de nuestros hijos.
Sin embargo, a veces, no sabemos cómo tratar una rabieta, cómo y cuando pactar con ellos o cómo hacer que nos cuenten lo que les ocurre. No sabemos siempre si se siente capaz, inteligente, guapo o, por el contrario, está teniendo dificultades para relacionarse con otros niños en el Colegio. Si nuestro hijo “está físicamente sano y fuerte” ¡Maravilla!, pero también tiene que “estar emocionalmente sano y fuerte”.
"¡¡Papás, mamás, la salud física y emocional de nuestros hijos van de la mano!!"
Si por salud entendemos aquel estado idóneo que permite al ser humano desplegar todas sus capacidades, talentos, desarrollarse en plenitud, hacer frente a todas sus oportunidades y posibilidades… ¡No puede olvidarse que la salud emocional va de la mano de la salud física o bien son dos caras de la misma moneda! No podemos entenderlas como dos compartimentos estancos. ¡La persona es un todo!
Una persona, por ejemplo, que sufre una depresión, tiene una baja autoestima, se siente no capaz, no sabe gestionar su agresividad, tiene pocas habilidades comunicativas y sociales… sin duda verá mermadas sus posibilidades en su día a día y, difícilmente, podrá desplegar todas sus capacidades y talentos. Por tanto, hablando de los niños, tan importante es cuidar su salud física, su alimentación y calendario de vacunación, por ejemplo, como cuidar que sus necesidades emocionales de cariño, aceptación, reconocimiento, amor, confianza, respaldo, empatía… queden cubiertas para que en ese contexto desarrolle todo su potencial. ¡Menuda responsabilidad! Si, por eso es importante que seamos conscientes de esta realidad que exige de nuestra implicación ¡De toda nuestra implicación y compromiso!
No cabe duda que somos seres emocionales. El hecho de enorgullecernos de ser racionales no debe hacernos caer en el error de vivir de espaldas a las emociones, solo nos traería problemas. Las emociones son buenas, nos permiten conocernos, siempre nos aportan información si sabemos escucharlas. Ahora bien, una emoción mal procesada, reprimida, no legitimada puede somatizarse en nuestro cuerpo y provocar enfermedades. Así mismo, hay emociones que una vez escuchadas “¿Qué me está queriendo decir esta rabia que siento?”, “¿Quizás que no debo permitir esta situación más pues me hace daño?”, “¿Qué tengo que decir ¡basta¡?” hemos de canalizarlas correctamente y nunca alimentarlas, pues su adicción puede ser muy tóxica y afectar profundamente a nuestra salud física. Contrariamente, si nos sentimos bien, en paz con nosotros mismos, relajados, cuidamos una coherencia interna (es decir, lo que queremos de la vida, decimos de la misma y hacemos con nuestro día a día) … ¡Nuestra salud física será mejor sin duda alguna! Cuando nuestra salud física está dañada importa mucho recibir el “tratamiento” adecuado pero no es irrelevante tampoco el “trato” que el personal sanitario nos da y, ¡cómo no! El que nos dediquen nuestros allegados, la familia. Por eso el trato que reciben los niños es importante cuando están malitos y cuando no lo están.
Los expertos dicen que la actitud también es fundamental a la hora de afrontar las enfermedades y para su curación. Por eso, se dice que no hay enfermedades sino enfermos. De ahí, la importancia de que inyectemos a nuestros hijos las ganas de vivir, de afrontar la vida sabiendo que hay obstáculos (una enfermedad también es un obstáculo) que superarán con esfuerzo y que, precisamente, esa lucha es lo que hace que valga la pena vivir.
"Fomentemos pues niños luchadores, positivos, capaces, proactivos que no sean víctimas de sus circunstancias y tengamos claro que solo podemos hacerlo predicando con el ejemplo."
En "Emocionados por educar" lo tenemos claro, necesitamos entonces padres, capaces, positivos, proactivos y luchadores. Gran lección podemos enseñar a nuestros hijos cuando sabemos afrontar con alegría, ánimo y optimismo la enfermedad, las trabas y las dificultades de la vida. Esto es lo que CREA HOGAR, son los aromas de cada familia, de cada casa… ¿Qué aroma se respira en la tuya?
¿Qué podemos hacer los padres para mejorar la salud emocional de nuestros hijos? ¡¡¡Podemos hacer mucho, podemos hacer “TODO”!!! Una vez hemos tomado conciencia de que la salud es un concepto global, si queremos niños equilibrados, alegres, positivos, que se sientan capaces, que aprendan a aceptarse y quererse a sí mismos para que puedan brindar a los demás lo mejor de su esencia, los padres nos hemos de “poner las pilas”. Es importante darnos cuenta que todo lo que invirtamos en salud emocional de nuestros niños no tendrá que hacerse después para curar a adultos rotos.
En primer lugar, hemos de ACEPTARLOS tal y como son (cuidado con la tendencia a proyectar nuestras frustraciones, nuestras expectativas, nuestros miedos). Esto parece fácil pero no lo es. Aceptar a tu hijo tal cual es en un preciso momento puede resultar muchas veces complicado. No podemos olvidar que son SERES LIBRES, (no han venido al mundo para hacerlos a nuestra medida). Después AMARLOS, amar a tu hijo es darle el espacio para que sea quien es, no lo que tu quieres que sea. Para los padres es una acto de confianza, valentía y suma generosidad. Esto significa AMAR INCONDICIONALMENTE. Por ultimo, ACOMPAÑARLOS y POTENCIARLOS. Descubrir sus talentos, aquello que les hace únicos y especiales, y ofrecerles el contexto necesario para que puedan desarrollarlos al máximo. Es decir, alentar, respaldar, fortalecer, reforzar.

Y, esto ¿Cómo se hace? Para ponerlo en práctica podemos hacer algo sencillo para empezar. Decirle a tu hijo que LE QUIERES. Hablarle siempre mirándole a los ojos y escucharle más allá de las palabras. ¿Qué me está queriendo decir? ¿Qué emoción hay detrás de sus palabras? ¿De qué es capaz mi hijo? ¿Cuáles son sus valores? Poniendo el foco en lo que hay, en lo que tiene, en lo que funciona y no en lo que falta, en lo que no marcha bien. Subestimamos el poder de reconocer y
potenciar lo bueno. ¡Nos gusta demasiado la crítica!
Confiando en sus propios recursos. Cuantas veces nos pillamos pensando “Él/ella qué va a saber…Yo ya sé lo que quiere, lo que le pasa, lo que necesita, lo que me va a decir…” Y que pocas veces les preguntamos lo que quiere, lo que le pasa, lo que necesita… SIN JUZGAR. Si, no pasa nada, reconozcamos que los juzgamos. Y, eso duele, les hace daño y nos hace daño. Cada vez que lo hacemos dañamos la relación. Para disfrutar de una relación SANA, SALUDABLE, FUERTE y SOLIDA hemos de tener presente que el juicio rompe la conexión, el vínculo y, todo se hace más difícil porque hay desencuentro. Cuidar la salud de la relación con tu hijo/hija hace que crezcan emocionalmente fuertes.
Evelyn Reyes
Psicóloga educativa.
Equipo "Emocionados por educar"
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